Para los sistemas de aguas grises, apostamos por la filtración mecánico-biológica, completamente sin productos químicos. El primer paso es la filtración gruesa. Los componentes del agua no disueltos, como el pelo o la pelusa textil, se eliminan de las aguas grises. A continuación, las bacterias de las aguas residuales degradan aeróbica y biológicamente los contaminantes orgánicos, como el gel de ducha o el jabón. La aireación del tanque se controla y las partículas y materias en suspensión se depositan en el fondo en forma de sedimentos.
Durante la ultrafiltración, el filtro de membrana limpia las aguas grises pretratadas. A continuación, el filtro de membrana se lava a contracorriente con agua de proceso, que no se pierde en el proceso. El sistema de control es totalmente automático y regula el proceso de limpieza en función del nivel de contaminación.
El agua gris limpia (agua de proceso) se almacena hasta que se necesita. Si no hay agua de proceso en el depósito de almacenamiento, el agua potable se repone mediante una estación de separación de agua potable integrada conforme a la norma EN 1717. Los sistemas son energéticamente eficientes con un consumo de 0,3 a 0,5 kWh/m3 de aguas grises tratadas.